Equilibrio. Orden y Caos. Magias y rituales. Iniciación religiosa

Con Magias y rituales. Iniciación religiosa finaliza Mundo Externo, (la segunda parte de «Amazonas»), donde se analizan, una por una, las consignas que nos han convertido en humanos, para exponer a continuación los códigos o herramientas que nos permiten superar el pasado.

La iniciación religiosa nace con la intención de dar coherencia a la naturaleza de la conciencia humana. Las personas necesitamos superar etapas internas con relación a nosotros mismos. Y etapas externas, respecto a la convivencia con los demás.

Coherencia vida interior y exterior

El equilibrio interno es una responsabilidad individual para la que debemos ser educados desde el nacimiento. Y queda contemplado dentro de los ámbitos de la higiene, la nutrición y el descanso adecuados. Pero para alcanzar el equilibrio o armonía con el exterior se necesita una educación. Unos hábitos y costumbres que varían según la edad o ciclo evolutivo que se esté desarrollando en nuestras vidas.

Cada vez que superamos una etapa o ciclo de crecimiento interior se necesita reflejarlo en el exterior para mantener una coherencia entre lo que sabemos, vida personal o conciencia y lo que tenemos o hacemos, vida social o consciencia.

Somos seres sociales hechos para el amor

El ser humano es un ser de relación.  Un ser social por naturaleza y la relación más básica que establece en un principio es la dual, de pareja o compañero de vida. Al nacer identificamos nuestra conciencia a la figura materna y más tarde a nuestro cuerpo o sentimientos. Pero nuestra consciencia se desarrolla proyectando nuestro rol personal en la educación recibida, (YO). Por lo que la dualidad interior-exterior, cuerpo-mente se inicia prácticamente desde la infancia.

 

Iniciación religiosa

La religión nace con la intención de dar coherencia a la naturaleza de la conciencia humana. 

Al igual que ocurrió con otras funciones, el pensamiento o conciencia humana fue observado y regulado por hombres y mujeres sabios desde los albores de la humanidad. Conscientes de las diferencias entre ellos mismos y las especies que observaban, fueron tomando conciencia de las distintas etapas evolutivas por las que pasaba la personalidad y el carácter humanos. Y observando sus coincidencias y analogías pudieron sistematizar aquellas actitudes que favorecían o dificultaban la evolución pacífica.

El mundo de los espíritus

Hasta ese momento, la religión como tal no había nacido. Las manifestaciones de la conciencia o del pensamiento consciente, como lazo o punto de unión entre los individuos no se conocían. Los individuos vivían a merced de sus emociones y sentimientos y toda manifestación inteligente o sincrónica era calificada como posesión, divina o demoníaca. Los sacerdotes y sacerdotisas tenían en su mayoría cualidades de médium: capacidad para conectar con el pensamiento de las personas vivas o espíritus de los difuntos. Siendo los encargados de regular las emociones y sentimientos contradictorios de sus seguidores.

  • Según el nivel de conciencia que alcanzaba la mente del médium su canalización era más o menos global e inteligente y abarcaba distintas áreas del pensamiento humano.

Hablar con dios

Hay que distinguir entre las celebraciones paganas y politeístas, que generalmente estaban al servicio de intereses privados o políticos y que eran fomentadas para mantener al pueblo satisfecho y sin miedo. Del nacimiento de la auténtica religión, cuyo origen y finalidad es dotar al individuo de unos instrumentos que le permitan ponerse en contacto con su conciencia interior. Para así poder establecer unos lazos sólidos y coherentes con el exterior, con el resto de la humanidad.

Religión viene de «religar»

Toda religión auténtica se reconoce porque sus efectos «religan», dando coherencia a las relaciones humanas. Hace nacer la paz y la concordia entre los individuos, sin esfuerzo, y disuelve y allana las dudas de la existencia humana. Con este fin se establecen unos códigos y leyes que se transmiten pero que no tienen ningún sentido si no se comprende su significado intrínseco. Para ello la persona que las transmite ha de ser coherente; ha de ser consciente de esas normas y estar dispuesto a ejecutarlas en todo momento y lugar.

Observemos la religión cristiano-católica tal y como ha llegado a nuestros días.

En primer lugar ¿Cómo sabemos que Jesucristo quería formar una orden religiosa basada en sus hechos o en su vida?  Hasta ese momento, el pueblo judío tenía sus propias leyes, normas heredadas de sus ancestros y hay muchas versiones que contradicen la versión de la iglesia católica. Aun así, la versión que ha llegado a nuestros días es una mezcla de concilios, política y acuerdos socioeconómicos en los que la curia sacerdotal ha navegado desde su nacimiento.

Un rito es un símbolo

Pese a todo, los ritos se han respetado y es a ellos a los que voy a referirme pues un rito es un símbolo y como tal es inalterable en el tiempo. Lo que varía es la interpretación que se asigna al rito, variable según la edad de la conciencia que lo observa. Cada religión tiene sus propios rituales en los que, por medio de determinadas imágenes o símbolos, trata de transmitir la esencia del orden o pensamiento que la inspiró.

Una persona puede declararse agnóstica o atea, pero sin embargo no puede prescindir de sus propios pensamientos o conciencia, de su ética o propia moral. Ello la llevará a establecer un código de honor, unas normas a seguir que se convertirán en su propia religión o ritual de paso por la vida. Observándola se podría establecer su evolución y de ser coherente en el tiempo, observaríamos ciertos momentos críticos o de transición. Crisis evolutivas que se corresponderían con ciertos cambios, etapas físicas y psíquicas marcadas por la convivencia con otros seres humanos.

Ordenar nuestro paso por la vida

Esa es la función básica de la religión: ordenar nuestro paso por la vida de nuestros semejantes para dejar la mejor huella posible.

Nacemos, crecemos, nos desarrollamos, nos reproducimos y nos encaminamos hacia la muerte. Y todos estos fenómenos han sido estudiados y regulados por la religión mucho antes que por las ciencias filosóficas, psicológicas o químicas. Y al final de la vida, cuando un ser humano se encamina hacia el final de sus días, es su conciencia, la calidad de su vida y de sus relaciones humanas la que determinará la balanza. el equilibrio de su vejez y el encuentro, más o menos agradable, con la muerte.

La vida es una experiencia orgánica

Establezcamos una analogía entre la cronología biológica y los ritos religiosos de la tradición católica para comprender mejor la intención que subyace debajo de estos rituales que han perdurado en el tiempo:

Nacimiento-Bautizo

Nacemos en el seno de una familia, dentro de una sociedad y esta tiene establecidos unos códigos de conducta morales y religiosos que se nos transmiten desde la cuna. Nuestros padres eligen unos padrinos, unas cualidades morales que nos refuercen y protejan en caso de necesidad. Que velen por nosotros en periodos de inconsciencia y, sobre todo, durante la infancia.

Se nos impone un nombre en la pila bautismal que refleja el ánimo e intención que nuestros padres depositan en nuestra conciencia y que nos acompañará toda la vida. Los distintos gestos o símbolos que el sacerdote nos aplica son, en sí mismos, un mensaje que no necesita traducción y que pueden variar en el tiempo y orden de su aplicación, pero, por lo general, son: sal o aceite, agua y aire en forma de incienso o cenizas. Simbolizando los tres elementos inherentes a la condición humana: cuerpo, mente y espíritu. Pensamiento, sentimiento y emoción.

Crecimiento-Comunión

Al crecer se nos van inculcando en la memoria valores y tradiciones que refuerzan nuestra entrada en la sociedad. En la medida que aprendemos a razonar se nos va considerando más adultos y se nos prepara para poder exigirnos coherencia en nuestros actos. Para poder recibir a dios como símbolo de honestidad y credibilidad, como símbolo de verdad y comunión con los que nos rodean.

Se nos instruye en las leyes de nuestra religión, se nos enseña a orar, a hablar con dios, a respetar sus mandamientos y preceptos. Conceptos como pecado, mentira, justicia, prudencia, templanza, esperanza, fe y caridad entran en nuestra memoria. Se nos dice que dios está entre nosotros y nos renueva cada vez que hacemos examen de conciencia y reconocemos nuestros errores con sencillez y sin ánimo de culpa. Siempre que hayan sido cometidos sin intención.

  • A esa edad, está claro que poca intención se tiene pues, aun somos niños, y algunos de esos conceptos se nos quedan, más que grandes, grandísimos. Está claro que se impone una revisión y por eso aparece, al desarrollarnos y hacernos un poco mayores, el siguiente paso o rito.

 Adolescencia o desarrollo personal-Confirmación

En este rito, el joven o la joven adolescente, ya conscientes y responsables de sus actos, eligen si desean confirmarse en la fe de sus mayores y revisar con plenas facultades, lejos ya de la inconsciencia del bautizo y la comunión, los valores y actitudes que se necesitan para una convivencia plena y armónica dentro de su comunidad.

 

Reproducción consciente-Matrimonio

Llegados a este punto la religión católica establece dos vías u opciones:

La primera vía es el camino solitario en comunión con dios.

Vida religiosa o sacerdotal por la cual se ingresa en un orden o comunidad formada por miembros del mismo sexo. En la cual hay un padre superior o una madre superiora según sea el sexo de la comunidad elegida y donde todos los miembros son considerados hermanos o compañeros.

Tradicionalmente las órdenes religiosas femeninas  cumplían la función de regular los servicios sociales de atención a los más débiles en unas épocas en las que el estado no desarrollaba esa función. Se nutrían, principalmente, de la caridad y de las dotes de las novicias que ingresaban en las diferentes órdenes. La entrada al servicio de dios estaba regulada por unas normas muy estrictas: además de vocación se necesitaba una educación esmerada y, generalmente, eran doncellas de clase media y alta, las que ingresaban en los conventos. Conocían el uso de las plantas, hierbas y de los alimentos con usos medicinales y también ejercían de maestras y educadoras.

Las órdenes masculinas  cumplían otras funciones. Algunos monjes y sacerdotes eran también adiestrados en las artes de la guerra y la política. Solían acompañar, cuando no inducir, a los gobernantes y a sus ejércitos en sus campañas contra los infieles y su trabajo era adoctrinar y evangelizar a los pueblos conquistados. En la antigüedad hubo órdenes políticas de inspiración religiosa que luchaban para imponer sus normas y visiones de un mundo mejor y que provocaron innumerables guerras y conflictos en el nombre de dios.

Desde el nacimiento del cristianismo, y más tarde del catolicismo, la figura del sacerdocio ha estado unida a la política, a la lucha y a la defensa de los valores de la fe cristiana: la verdad y la igualdad entre los hombres y mujeres que habitan este planeta.

Hoy día…

El sacerdocio y la vida monástica ofrecen pocos alicientes. El estado y la política han usurpado muchas de sus funciones y la propia Iglesia como entidad ha pecado de falta de coherencia y no ha podido seguir el ritmo de los acontecimientos sociales que están asfixiando la naturaleza social de su mensaje. Persisten algunas actitudes individuales y sectoriales dentro de su seno, pero el edificio eclesiástico parece caerse en pedazos, la sociedad, y dentro de ella los individuos, claman por unos valores éticos, morales o políticos que les devuelvan la paz de cuerpo, mente y espíritu.

La otra vía es el camino laico o vida familiar

La elección de una pareja adecuada para celebrar los sagrados votos del matrimonio.
  • La iglesia se equivocó al ofrecer estas dos vías como opciones separas o alternativas cuando en realidad son la misma opción ordenada en dos secuencias temporales diferentes. Todo individuo, hombre o mujer, debería de ofrecer en su juventud parte de su tiempo a la comunidad a la que pertenece como parte de su desarrollo personal, con la finalidad de dar cohesión, de servir de práctica a los valores humanos inculcados durante la infancia y la adolescencia.
  • Este tiempo de servicio social estaría regulado por las necesidades de la comunidad, no por los gustos personales, y sería imprescindible el celibato masculino y femenino, con el fin de no establecer lazos emocionales durante su desarrollo. Durante esta etapa, y para preservar el equilibrio emocional, se entroncaría la iniciación o instrucción sexual con la finalidad de preparar a los jóvenes para la elección de una pareja adecuada que les sirva de compañero para toda la vida.
  • La propia Iglesia desvirtuó y manipuló el mensaje divino y creo cismas, no solo entre naciones y pueblos, sino entre los hombres y las mujeres. Restringió las distintas iniciaciones para usos políticos y privados ocultando datos y hechos significativos, negando las bases de la naturaleza humana. Al llegar a la juventud y para dar paso a una madurez equilibrada y armónica, las jóvenes y jóvenes deberían ser preparados y educados para el rol familiar que la sociedad y su propia biología les exigirá y para ello deben de aprender a convivir entre distintos ritmos y ambientes, realizar distintos aprendizajes que les pongan al día en las actitudes sociales y los reflejos personales que deben de trabajarse antes de poder ser padres y madres, esposos y esposas, compañeros y compañeras.

Compromiso matrimonial. Elección consciente

¿Qué finalidad cumplen los votos matrimoniales?

 

En este rito, a diferencia de los demás, el individuo no está solo ante su conciencia o ante una figura eclesiástica que la refleje. Por primera y esperemos que única vez, liga su vida, su conciencia a la conciencia de otra persona.

  • El rito del matrimonio fue institucionalizado para dotar de estabilidad a los hijos, a la familia y, por consiguiente, a la sociedad entera. Nos referimos no solo a la función económica, sino a una visión más global que comprende, la educación, la salud y la integración social que solo una familia estable es capaz de generar.

Hablamos de institución porque la iglesia y el estado solo vinieron a refrendar algo que ya ocurría de hecho y lo único que hicieron fue dotarlo de unos símbolos y rituales que perduraran en el tiempo y en las mentes como un refuerzo para los tiempos difíciles. Todas las historias, mitos y leyendas acerca de parejas o enamoramientos difíciles incluso dramáticos, son a consecuencia de la falta de madurez de los partícipes de ese amor, desde los propios amantes a los familiares que encubrían o repudiaban su aventura.

Integración en la sociedad

Cuando los ritos de bautizo, comunión-iniciación y confirmación se han superado con éxito, el individuo está preparado para integrarse en la sociedad. La primera etapa de convivencia con compañeros del mismo sexo, pero de distintas edades, oficios y experiencias servirá para abrirle los ojos al joven a la realidad de la vida social y contemporánea. Le hará madurar y activará sus deseos de vida en común con el sexo opuesto. (Siempre que se respete el celibato físico y emocional imprescindible para superar con éxito esta primera etapa.) Parte de su trabajo personal, en esta etapa, es adquirir conocimientos de educación sexual por medio de un compañero del mismo sexo que ya tenga experiencia en ese tema y goce de estabilidad matrimonial. Superada esta primera fase, encontrar una pareja adecuada es casi automático.

Encontrar el amor

Dos personas, destinadas a ser pareja, tienen sus ritmos sincronizados y es cuestión de tiempo que coincidan y se sientan atraídos el uno por el otro. Una vez ocurrido el encuentro, el respeto de sus sentimientos hará el resto. Como dicen los cuentos, se casaron, comieron perdices y fueron felices para siempre.

 

Más allá de la muerte

  • En el ritual matrimonial se intercambian unos votos y unos anillos como símbolo de alianza y se pronuncian las palabras «hasta que la muerte os separe». Cuando un matrimonio consigue acabar sus días unido (y feliz), superando todas las pruebas a las que la vida lo somete, ni siquiera la muerte romperá sus lazos de amor. Es fácil observar cómo, a la muerte de un compañero amado, el otro le sigue rápidamente.
  • Por medio del matrimonio consciente se unen dos personas, dos mentes, dos experiencias, no solo un hombre y una mujer. Dos seres humanos entrelazan sus vidas para formar una sola experiencia y fundirse en un amor más sólido y completo. De ahí la importancia que los dos contrayentes estén maduros y gocen de la misma edad evolutiva.
  • Cuando hay mucha diferencia en algún campo la trenza resultante no será armónica y uno de los dos tendrá que compensar las carencias resultantes. Una vez unidos, los contrayentes han de continuar fomentando sus propios intereses para continuar con el enriquecimiento mutuo que supone la unión de dos vidas diferentes y no ser un mero espejo el uno del otro. La fidelidad, la sinceridad, el respeto y la comprensión mutuas son indispensables en el camino de crecimiento interior o autoconciencia y mucho más a la hora de convivir.
El amor que una persona manifiesta por su pareja o compañero refleja el grado de conciencia o de amor que tiene por sí mismo.

El respeto que se da es el respeto que se tiene

Cuando una persona casada es infiel significa que en su pareja no encuentra el equilibrio que necesita y solo hay dos causas posibles: que la elección fuera inmadura e inconsciente o que el respeto por la convivencia, el fuego del hogar se esté apagando, aunque la elección fuera la adecuada. En este caso se impone un periodo de reflexión y distanciamiento físico manteniendo la intención y el propósito de recuperar la relación y el amor que un día les unió. En este tiempo de reflexión es importante mantener la intimidad y el respeto por los sentimientos comunes y compartirlos en cuanto sea posible.

Los hijos de un matrimonio feliz refuerzan el vínculo

Los hijos de un matrimonio feliz reflejarán esa felicidad y crecerán sin preocupaciones, sanos y fuertes. En caso contrario, sirven de equilibrio y compensación para las carencias afectivas de sus progenitores convirtiéndose en la base del equilibrio familiar por lo que, al crecer e irse de casa, la pareja tendrá que enfrentarse a su deteriorada relación, generándose todo tipo de dramas y frustraciones personales en una edad que tendría que ser «la edad de oro» donde disfrutar de la cosecha de toda una vida de trabajo y de amor.

Confesión y extremaunción

El acto de la confesión y de la extremaunción no pueden ser considerados rituales pese a su institución por la iglesia como sacramentos. En la confesión un individuo descarga su conciencia en otro y se supone que este tiene poder para absolver o perdonar sus pecados, pero esto es incompatible con el funcionamiento del alma o mente humana.

En realidad, la confesión sólo es un desahogo temporal, más o menos efectivo, según la calidad humana del que escucha. El auténtico perdón de los pecados o errores cometidos deviene de la comprensión de los hechos, de la superación de la ignorancia que los generó y solo entonces desaparece la carga. El sentimiento de culpa que nos mantiene en contacto con el daño causado.

  • Las penitencias o castigos impuestos externamente solo generan rencor pues solo quien recibe el daño es capaz de valorar y exigir la Justicia que se merece y esa es la sensación que permanece en el alma o mente de quien comete el error. Solo dios o la propia conciencia como su reflejo son capaces de imponer Justicia y solo a ellos nos debemos.

En cuanto a la extremaunción, no tiene más sentido que el de dar consuelo y compañía a un alma en pena, que no ha sabido llegar de manera adecuada al momento final de su vida; de ser así lo único que se pide y se necesita es la soledad o la mano del compañero o esposo fiel.

La vida es un paso a paso

Estos son los rituales o pasos que, como en una procesión, nos sitúan por la vida. Todas las variantes de este camino son solo pausas en las que permanecemos a la espera de integrar o reconocer todos los valores intrínsecos a esa etapa. Podemos permanecer toda una vida o varias vidas para integrar la niñez del alma humana y no importa que el cuerpo, cansado, nos abandone.

El aprendizaje continúa y la vida generará una nueva vida, un nuevo cuerpo, una nueva situación, para que sigamos acumulando experiencias. No importa que no recordemos las anteriores, la vida si las recuerda y la familia en la que nacemos refleja siempre el nivel alcanzado en la etapa anterior.

Comunión con la vida

Nivel que habremos de superar antes de incorporarnos a la siguiente etapa. No importa el tiempo que permanezcamos en cada etapa, ni las vidas que hayan de transcurrir, lo único que importa es el aprendizaje y la evolución consciente, la superación e integración de cada una de las etapas para poder llegar a la plena realización y consecución del objetivo humano: la comunión con dios, con la vida.

La iniciación divina, de la cual recibimos una pequeña muestra en la infancia, es solo un primer paso que alcanza su máxima expresión al sentir que la vida de la persona con la que convivimos es nuestra propia vida.

  • Solo por medio de esa trascendencia personal podemos llegar a comprender que, en realidad, todos somos uno y que la separación de las almas, cuerpos o mentes es solo cuestión de orden en el tiempo y que precisamente el amor y la consciencia tienen como misión preservar ese orden.
  • Esa es la única religión válida a los ojos de dios y de la conciencia humana y todo lo demás meras instrumentaciones que es preciso renovar y actualizar como cualquier otro instrumento creado.

 

mano con pulgar hacia arriba

«Amazonas» va de cómo los humanos adquirimos la conciencia de género y de cómo superar los problemas que la diferenciación genérica ha generado en las personas. Para su mejor integración es recomendable descargar en primer lugar «Ser Mujer» y «Ser Pareja Hoy».

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