
Femenino, Masculino, Neutro. Evaluación y Evolución 1
Aquí comienza Evaluación y Evolución, (la tercera parte de «Amazonas») que introduce al lector en una nueva visión de la biología humana y expone las premisas para superar los condicionantes causados por la diferenciación sexual a lo largo de los siglos. Estas son las entradas en las que se desarrolla: Femenino, Masculino, Neutro; Diferenciación Genérica e Integración hemisférica; ¿Fuerza o Inteligencia?; Regulación Física y Química.
Educación sexual y roles de género
Ambos, hombre y mujer, serán personas adultas, libres e independientes si son educados en igualdad de condiciones. Con este fin, y antes de llegar a la pubertad, ambos sexos han de ser educados para desarrollar, de forma óptima, el papel reproductor con que la naturaleza les ha dotado.
Desde una base personal, adulta y objetiva, el hombre y la mujer deben de asumir y comprender los roles genéricos biológicos que les gobiernan. En el acto sexual humano, la hembra, cuando está preparada, siente la necesidad imperiosa de entregarse o abandonarse al macho. Y éste, la necesidad de poseerla y de penetrarla. Este papel biológico ha generado todo tipo de abusos, por parte de la figura masculina, por la situación de poder temporal en la que el acto sexual le sitúa sobre la hembra. Por contra, en la mujer o figura femenina ha producido un sinfín de conductas y actitudes destinadas a favorecer o evitar ese contacto. Según estuviera o no, dispuesta a compartir su propio cuerpo.
Condicionantes físicos
Durante generaciones, el rol macho-hembra fue ejecutado por igual, dentro y fuera del ámbito íntimo. Y así, la diferenciación genérica impregnó todos los estamentos sociales. Condicionada por las consecuencias directas del acto reproductivo en sí: maternidad y lactancia.
Ni los hombres ni las mujeres cuestionaron este modelo mientras se mantuvo en equilibrio. Fueron las injusticias y el abuso de poder, por parte de los hombres, lo que generó, por parte de la mujer, una revolución silenciosa y latente. A la espera de unas condiciones en las que la fuerza no fuera el único exponente del coeficiente evolutivo humano.
Tiempos patriarcales
Por otra parte, las hembras humanas han hecho gala, a lo largo de la historia, de todo tipo de ideas, instrumentos y artificios para dominar la voluntad del hombre. Sumidas en inferioridad de condiciones, debido a las circunstancias sociales y políticas, aprovecharon la coyuntura que les ofrecía su puesto en el hogar, al lado de los hijos, en la cocina y en la cama, para dominar, poco a poco, la vida y la voluntad de los hombres. Ocupados totalmente en sus actividades en el exterior.
Nace el ‘ama’ de casa
Aquellas mujeres que querían escalar peldaños y aspiraban al «gobierno» de la casa, silenciaban su propia conciencia y voz y la empleaban en servir y favorecer los intereses de su compañero y amo que, al fin y al cabo, eran los suyos propios.
Durante mucho tiempo, esta fue la situación en la que se desenvolvieron las mujeres: no tenían voz propia en el exterior, ni sus gustos contaban a la hora de decidir su destino.
Educadas desde niñas en la tradición patriarcal no cuestionaban su independencia y, si alguna lo hacía, el castigo era inmediato y cruel, pues el sistema repudiaba a las mujeres que se salían de la norma. Su única salida durante siglos fue la prostitución o el convento.
Armas de mujer
Dentro del hogar, el rol femenino se alejó de los ritmos e instintos naturales para convertirse, prácticamente, en un oficio. En un linaje de hembras que se trasmitía de generación en generación. Sus guisos, sus recetas de belleza y sus trucos en la cama, eran trasmitidos de madres a hijas como si de un poder personal se tratara. El sistema social imperante llegó a elogiar y valorar hasta la exaltación las llamadas «virtudes femeninas» que crecieron y se desarrollaron hasta formar un contraste inmenso con las virtudes y características del universo masculino.
Yin y Yang
Basta con hacer un repaso histórico, en las diferentes culturas y civilizaciones en las que se ha desarrollado el género humano femenino y masculino, para poder seguir la evolución conjunta y paralela de estos dos universos.
- En épocas de paz , la cultura femenina se expande y llega todos los estamentos sociales.
- En momentos precarios, de inestabilidad económica o de guerras, la austeridad, el recato y la sencillez de formas, todas ellas virtudes y características masculinas, se imponen para restablecer el equilibrio.
Así y, durante mucho tiempo, la historia evolucionó por periodos relativos de paz y de guerras. Involucrando en los ritmos, que con ellos se generaban, a toda la sociedad, hombres y mujeres incluidos. El equilibrio entre rol femenino y rol masculino ha ido evolucionando a los distintos ritmos que ha marcado la evolución histórica de la sociedad, pero siempre ha habido una constante: en épocas de carencia económica y de inestabilidad, el mundo se torna más varonil y masculino y en épocas de riqueza y paz, lo femenino brota por doquier.
Excesos y carencias
En la historia podemos observar épocas de gran florecimiento cultural y económico en las que lo femenino se expresó hasta llegar a límites casi grotescos. Por ejemplo, en algunas monarquías o imperios. Lo que, por otra parte, originó su posterior y brutal caída pues todos los extremos acaban tocándose.
En un mundo hostil, el mundo femenino, sus valores y actitudes, se repliegan hacia el interior, considerando el hogar, los muros y paredes que lo forman, su mínima expresión. Si dentro del hogar hay hostilidad entre los miembros que lo habitan, los valores femeninos pueden quedar reducidos a su expresión más sutil, pero a la vez la más obvia: la expresión interiorizada de los sentimientos humanos por medio del vestido y la expresión corporal.
¿Mujer masculina, hombre femenino?
En la sociedad actual, salvo las funciones biológicas de maternidad y lactancia y la producción de esperma por el hombre, las actitudes masculinas o femeninas hace ya mucho tiempo que dejaron de ser exclusivas del hombre o de la mujer. Y se han convertido en una sola función o actitud regulable y graduada por las necesidades de la sociedad o cultura personal en la que nos desenvolvemos.
Como actitudes personales que son, pueden ser copiadas y aprendidas y han sido utilizadas, indistintamente, por hombres y mujeres, a lo largo de la historia de la humanidad, para potenciar y conseguir sus fines personales de poder y de gloria. Y estas acritudes solo se ven cuestionadas cuando la moral establecida choca con los intereses políticos o económicos del momento.
¿Qué sentido tiene lo moral?
Sus cotas son fijas desde el comienzo de la humanidad e inherentes al concepto de salud y convivencia. Oscilan entre un nivel máximo y mínimo que fluctúa independientemente del pensamiento y de la razón. Es más, cada individuo tiene un límite personal impuesto por su conciencia. Su propia moral o pensamiento, basado en creencias y experiencias propias, que le dicta lo que está bien y lo que está mal, independientemente de lo que le diga la razón o el pensamiento que impere en ese momento en la sociedad. Y sus sentimientos serán la medida que refleje ese límite.
«Decir sentimientos es decir moral personalizada…»
La usurpación de la propia conciencia
A este respecto he de aclarar que una persona sana jamás hará nada que perjudique a sus semejantes, pues sus sentimientos le avisarán de lo que está sintiendo la otra persona. Esto pone fin a su actuación al percibir la menor incomodidad en su interior. Sin necesidad de normas impuestas que regulen sus relaciones y actos en el exterior.
El hecho de que las religiones usurparan, en el nombre de dios, ese derecho personal e intransferible. Y que dictaran normas morales, rígidas e inflexibles, encaminadas al bienestar de un grupo, estado o nación. Y por encima de la libertad del individuo. Ha dado lugar a todo tipo de injusticias a lo largo del tiempo. En concreto, algunas religiones tuvieron como consecuencia el repudio de ciertas actitudes y valores, tradicionalmente femeninos, para favorecer la tiranía del estado.
Pero no repudiaron los valores femeninos, en sí, sabiéndolos de gran valor. Sino la ejecución de esos valores por la figura femenina. Lo que hicieron fue usurpar esos valores negando la participación de la mujer en ellos y considerándolos propiedad del hombre y del estado. Esta tiranía de lo masculino, en la forma, abarcó, como es lógico, no sólo los estamentos políticos y religiosos, sino que, por medio de la jerarquía piramidal, se irradió hasta el más humilde de los hogares.
Actitudes masculinas en la mujer
Lo que no podían prever los políticos y religiosos es que de los valores masculinos también es participe la mujer. Y que, con el advenimiento de la revolución social y económica del siglo XX, ésta se incorporaría al mundo social y laboral para compensar el exceso de poder de la figura masculina. Que no de los valores masculinos.
¿Ha sustituido el maternalismo/materialismo al paternalismo?
De hecho, nuestra sociedad, me refiero a la occidental, está marcada por un exceso de valores y actitudes femeninas que la están llevando a todo tipo de excesos y desequilibrios. La usurpación del poder personal, inherente a una sociedad con actitudes maternales, trae consigo el empobrecimiento, la podredumbre interior y la masificación física y mental. Ya que los individuos necesitan de un criterio personal para evolucionar pues no pueden depender toda la vida de un poder externo, legislativo, religioso o sentimental.
Cuando esto sucede, cuando los gobiernos, las religiones o las familias no evolucionan, cuando creen que su papel es más que una mera gestión administrativa temporal; cuando las normas o leyes dictadas no responden a las necesidades sociales y evolutivas del momento, se vuelven caducas y obsoletas.
La familia está en crisis
La familia, uno de los pilares básicos de la sociedad, comienza a desmoronarse y se observa de nuevo un fenómeno que ha acontecido a lo largo de toda la historia de la humanidad: la caída de un imperio, de la civilización y cultura que lo forman. Esta caída se fragua, poco a poco, hay que saber observar y ver las señales que la preceden para poder ponerse a salvo y no ser absorbidos por el malestar social que genera este proceso.
Por otra parte, totalmente predecible en el tiempo… ¡Cíclico!
«Amazonas» va de cómo los humanos adquirimos la conciencia de género y de cómo superar los problemas que la diferenciación genérica ha generado en las personas. Para su mejor integración es recomendable descargar en primer lugar «Ser Mujer» y «Ser Pareja Hoy».