
Regulación Física y Química. Evaluación y Evolución 4
Con Regulación Física y Química finaliza Evaluación y Evolución, (la tercera parte de «Amazonas»), donde se introduce al lector en una nueva visión de la biología humana y se exponen las premisas para superar los condicionantes causados por la diferenciación sexual a lo largo de los siglos.
Configuración atómica (energía)
En esta entrada vamos a ver como se produce la regulación física y química de nuestra unidad cuerpo mente. A lo largo del día nuestro organismo está expuesto a agresiones físicas y químicas que le alejan, gradualmente, de la calma y la serenidad que proporcionan un sueño reparador y la ingestión de las sustancias nutritivas adecuadas.
Imagina tu cuerpo como un recipiente de partículas (átomos), cargadas eléctricamente. Esta estructura física-atómica le dota de una consistencia similar a la de un gas que resultará ser, más o menos estable, en función de la estabilidad de las cargas que lo compongan. Piensa en tu imagen física como si fuera la de un muñeco neumático con una determinada presión interior-exterior que te permite tener una consistencia y ergonomía propias.
También puedes imaginarlo como una botella de líquido gaseoso de forma irregular. Cuyo contenido puede ser agitado hasta el punto de literalmente explotar o, por el contrario, perder gas y presión hasta el punto de desventarse. De perder sus características químicas y físicas.
Observa cómo esta composición atómica nos gobierna y la forma en la que se regula:
Programación personalizada
Cada ser humano tiene su propia configuración que es la resultante de su programación genética y mental. Esta le dota de unas necesidades químicas relativas que son las encargadas de mantener y reponer las cargas que perdemos durante las actividades diarias. En la oscuridad de la noche y en condiciones de seguridad física y estabilidad mental, nuestro cuerpo se mantendrá en un estado de reposo o neutralidad. Es como si se despolarizara y todas las funciones relacionadas con el exterior quedaran en suspenso. Quedando activados solo los servicios de mantenimiento.
Si la persona no está tranquila o tiene tensión acumulada, los servicios mínimos no serán tales, quedando el cuerpo activado y en relativo estado de alerta.
Tiempo de reparaciones nocturnas
Las etapas del sueño son similares a las de una ciudad cuando anochece. La tranquilidad y el silencio absoluto apenas duran un par de horas y el resto del tiempo, aunque la mayoría del personal duerme, las distintas funciones del cuerpo se van turnando para reponer o reparar las causas del desgaste diario.
En las primeras horas de la noche, el cuerpo se encarga de recoger y ordenar «la basura» o cargas acumuladas durante el día. Bajando, poco a poco, el ritmo de nuestro metabolismo hasta llegar al estado de sueño profundo, en el que parece que estemos muertos. La duración de esa etapa es relativa y no todas las personas consiguen llegar ya que, el estado de tensión nerviosa y el desajuste físico y químico en el que se encuentran, alarga la fase de recoger y ordenar, indefinidamente.

La luz del sol nos gobierna
Las radiaciones lumínicas del sol llegan a la tierra y producen un bombardeo de fotones que hace vibrar a todos los organismos produciéndoles un efecto vitalizador y calorífico. Los seres vivos responden a esa vibración de diferentes maneras, según sea su función orgánica y evolutiva. No es igual para un organismo mineral, vegetal o animal y, dentro de estos tres reinos, cada especie responderá ante el astro rey según sea el tiempo de su evolución dentro del planeta. Nuestro cuerpo tiene una composición físico-atómica-mineral, que responde a las emisiones fotónicas vibrando y activándose, gradualmente, hasta alcanzar la temperatura propia de la biología humana.
La luz del sol nos gobierna y tenemos un reloj interno que reacciona ante ella de manera natural. Y que sigue, día a día, su tránsito por el cielo. El mecanismo biológico humano está programado para funcionar con energía solar y tiene todas sus funciones adaptadas para extraer el máximo provecho de ella. Cuando la emisión solar llega al punto adecuado de vibración, nos despertamos, sentimos el impulso de ponernos en pie. Y, si la noche ha sido fructífera, nos encontraremos felices y con ganas de realizar nuestras actividades diarias.
Primero la luz, después el sonido
En la naturaleza, es la radiación lumínica la que produce y genera las emisiones sonoras. Al despertar en el campo, lo primero que se oye es el canto de los pájaros y del gallo.
Hasta el viento suele amainar por las noches y solo en caso de temporal rompe su silencio nocturno. En los medios rurales, las lluvias suelen descargar por la noche cuando la presión del sol es menor y es corriente que amainen por la mañana cuando amanece. En las ciudades, las nubes de radiación tóxica que las rodea alteran el ritmo de las precipitaciones y los fenómenos meteorológicos, pues se produce una lucha entre los ritmos de la naturaleza y la civilización. Los ruidos generados en la ciudad comienzan temprano y van aumentando a lo largo del día por lo que, hasta bien entrada la tarde, no se observa la disminución gradual que se produce cuando la naturaleza se prepara para el descanso nocturno. Adelantando así el momento regenerador por excelencia, el punto mágico del descanso absoluto.
Antes de ir a dormir conviene liberar el exceso de cargas
Cuando se llega agotado a la cama y sin haberse concedido un tiempo de distensión, la noche puede resultar agotadora pues no se supera fase inicial de reordenamiento interno. Esto hace que al despertar no estemos para nadie, prácticamente no vemos y necesitamos estimular al organismo de manera artificial con sonidos y alimentos excitantes. Después de una noche reparadora, el organismo se activa gradualmente llegando a su máxima expresión al mediodía para ir bajando otra vez su ritmo hasta llegar al anochecer.
AM & PM
Al mediodía se produce un momento especial, un nuevo momento cero, coincidiendo con el paso del sol por su cenit, en el que las personas atentas pueden percibir un cambio sutil en su percepción que invierte el ritmo ascendente y lo convierte en descendente. Se produce un pico en la actividad de absorción y comienza la actividad de elaboración o auténtica gestión. Cada especie tiene su propia forma de regular y mantener sus constantes vitales para que su orden y equilibrios internos no se alteren. En estado natural, los animales son regulados por el ecosistema al que pertenecen ya que la evolución y la extinción «particular» forman parte del plan evolutivo general. Incluso las catástrofes, no son tales pues, vistas globalmente, cumplen una función reguladora ya que están preservando el equilibrio de la globalidad, no solo planetaria sino galáctica.
La civilización tiene la capacidad de alterar el orden de la naturaleza y la naturaleza se rebela alterando el orden impuesto por el hombre. Por medio de la enfermedad, el organismo trata de recuperar su equilibrio interno y externo. Cualquier enfermedad, por simple que parezca, se gestó mucho tiempo antes de emerger el primer síntoma.
Presión
El organismo humano es sensible a la luz solar y a los sonidos de la naturaleza. Cualquier emisión de ondas electromagnéticas, lumínicas y sonoras nos afecta. Y, si son artificiales y extremas, prácticamente nos descomponen, teniendo que mantener nuestras defensas en continua actividad con el desgaste que ello supone.
Volvamos al ejemplo del cuerpo neumático o gaseoso
Cualquier emisión vibratoria se convierte en calor y el calor agita los gases y aumenta la presión interior. Para aliviar esta presión, si se hace excesiva, el cuerpo tiene mecanismos diversos dependiendo de cuál sea su origen. No es lo mismo estar bajo un sol de 40º, en una playa tropical, que cavando un pozo para extraer agua en un desierto. O bien podemos observar la diferencia entre la presión que siente un estudiante en su examen de acceso universitario, a la que sentimos cuando alguien nos golpea con su coche o nos metemos en un espacio abarrotado.
Imaginemos al neumático y comprenderemos que no se vive la presión de igual forma parado, que en movimiento. Si has seguido los ejemplos observarás que las presiones internas tienen que ver con el cuerpo, con la actividad física, más o menos, natural y que las presiones externas se nos imponen desde fuera. Son una presión social añadida por nuestro sistema de usos y costumbres civilizado. En la naturaleza, las «presiones externas» no existen, solo existe la presión interna diaria de vivir, de evolucionar y encontrar la comida y el espacio adecuado para descansar y reproducirse.
Hambre, sed y sueño
Veamos otro ejemplo: el hambre, la sed y el sueño son diferentes formas de elevar y mantener la presión interna. Con estas señales nuestro cuerpo nos conmina a movernos, nos impulsa a recuperar los nutrientes necesarios para no quedarnos exhaustos y debilitados, desinflados. Por medio de la bebida y la comida reponemos las cargas eliminadas o desgastadas y, durante el tiempo del sueño, se observan y reparan los daños causados, además de reequilibrar nuestros niveles de presión genuinos.
Por el contrario, el cansancio diario acumulado, el mal humor continuo y sin motivo aparente, nos indican que la presión es elevada. Que debemos de parar y aflojar un poco nuestro ritmo. Vaciar un poco de presión, incluso rebajar la dieta y aumentar el número de horas de sueño. Puede que estemos demasiado agitados, demasiado rodados y se imponga un descanso vacacional. Algo que, por cierto, solo se necesita en las culturas civilizadas pues, en la naturaleza, el concepto de vacación no existe. Aunque las presiones internas naturales fluctúan con las estaciones del año y los cambios meteorológicos que estas conllevan.
El hambre nos avisa que hay que reponer sustancias orgánicas quemadas en el proceso de vivir y mantener la identidad personal,
La sed nos informa que el grado de calor y de humedad interna se está deteriorando, perjudicando la conservación de los tejidos corporales
Y, por último, el cansancio y el sueño nos indican que una actividad parcial o la jornada diaria han sido completadas y que debemos cerrar los ojos o cambiar el enfoque para aliviar la presión de la luz artificial o natural en nuestro sistema nervioso. Es como bajar las persianas para dormir o cambiar de habitación para realizar una actividad diferente que nos revitalice y renueve. No nos afecta igual la luz del Sur, que la del Norte, Este u Oeste.
Ritmo laboral sostenible
No es igual realizar un trabajo manual que uno de oficina, hacerlo por obligación o por diversión. Todas estas diferencias suponen grados de presión distintos y, por tanto, ritmos diferentes. La presión que cada persona es capaz de soportar, sin menoscabo de su salud, es la que determinará el ritmo diario de su jornada y de sus actividades y, por lo tanto, de su vida. Una educación consciente y el respeto de nuestros instintos naturales biológicos conseguirán establecer el ritmo adecuado a nuestra naturaleza intrínseca.
Ritmo que se adaptará de manera automática y gradual a nuestras necesidades evolutivas.
Tensión
Por el hecho de tener un cuerpo, el ser humano está sometido a presiones que debe aprender a regular. Además, tiene una mente que le somete a tensiones. Muchas de las cuales son imposibles de discernir con claridad debido a la multitud de factores desconocidos que aún existen respecto a nuestras facultades mentales.
Evolución compartida
Tensiones que, precisamente, ejercen su mayor campo de acción e influencia en personas que ya tienen regulado su ritmo de presión interna y externa. Gozan de estabilidad física y, por tanto, aspiran a conseguir la estabilidad humana. También llamada estabilidad social o global, relativa a las distintas interacciones que se ejercen entre los distintos roles que ocupamos en la sociedad.
En realidad, lo que hemos llamado presiones externas en nuestros ejemplos anteriores del examen y el espacio abarrotado, no son tales, sino que son grados de tensión externa vividos como una presión.
Sigamos con el ejemplo del cuerpo neumático e imaginémosle con una presión equilibrada. Sin roturas ni parches y dispuesto a evolucionar, a comenzar su andadura diaria. Ha dormido, ha repuesto baterías y se siente fresco y descansado.
Las tensiones siempre son de origen mental.
Las tensiones nos afectan porque ponemos nuestros sentidos, nuestros intereses e intenciones, en objetos, en seres o personas que están fuera de nosotros. En la medida que estén más alejados de nuestros propios intereses, el grado de tensión será mayor. Imaginemos que al poner nuestra atención en una persona se crean unos lazos invisibles que nos conectan a su realidad física y emocional. Como cuando se conectan dos baterías. Nos conectamos a su personalidad, a su neumático y es como si rodáramos a la par. En la medida que nuestros puntos de vista se alejen esos lazos se tensarán y tensarán nuestros límites personales. Tirando de ellos hacia la derecha o hacia la izquierda, según sea el sexo de la persona y el tipo de relación que mantengamos.
¿Te imaginas lo que ocurrirá con el mecanismo neumático?
Pues que al ensancharse se achata por los polos por lo que la presión interna parece aumentar y la figura o imagen se distorsiona perjudicando nuestro ritmo de evolución. El tipo de relaciones sociales, profesionales o personales que establecemos crean lazos invisibles y tienen la propiedad de configurar los límites de nuestra personalidad. De nuestro comportamiento diario y, por tanto, son susceptibles de variar nuestro comportamiento biológico responsable de nuestro mantenimiento orgánico.
Le pudo la tensión
Hoy día es normal oír frases como estas: “estoy soportando tensiones extremas”. “No pudo soportar la tensión”. “La tensión le destrozó el estómago”. Y, sin embargo, salvo para relacionarlas con el estrés y algunas enfermedades, mal llamadas sicosomáticas, nadie es capaz de detallar las intrincadas relaciones que se establecen entre los distintos seres humanos. Relaciones que conforman, día a día, nuestra realidad física y química.
Nuestra vida electromagnética emerge de las cargas que se establecen por medio de nuestro panorama audiovisual.
Hace ya mucho tiempo que nuestra especie se empezó a definir y relacionar por medio de la comunicación audiovisual. Uno de los usos erróneos que más tensión genera a la mente humana es el uso indiscriminado de la función sonoro-auditiva. Ignorantes del poder de la palabra y de las funciones que gobierna, los humanos se enzarzan en conversaciones de todo tipo. Sin orden ni concierto y con la única motivación de aliviar presiones acumuladas por estar bloqueados en su evolución.
El valor de la palabra
«El símbolo «sagrado» del lenguaje. Creado para unir conciencias, intereses y evoluciones distintas, de manera pacífica y económica. Se convierte en un puente por el que se traspasan todo tipo de miserias humanas.»
Tratar de mantener conversaciones, en algunas circunstancias, genera un grado de tensión elevadísimo para el organismo humano. Tensión que producirá una elevación de la temperatura y presión internas que el cuerpo manifiesta mediante las vías apropiadas: sudor, temblores, agitación nerviosa, subida de tensión, taquicardias, aumento del número de micciones, etc. Llegando incluso a provocar, en casos extremos, estados de pánico o diarreas. Si la persona que nos dirige la palabra está a muchos kilómetros de distancia mental. Lo que se percibe, inconscientemente, como una gran dosis de miedo o temor. Y no hace falta que sea una persona externa a nosotros la que nos hable. En nuestra mente existen figuras simbólicas o de autoridad, personas a las que hemos asimilado como propias a causa de nuestra admiración. Y que con sus juicios y opiniones nos sitúan en una posición respecto a otras figuras y actitudes cambiantes. Figuras que de no actualizarlas se convierten en focos de tensión acumulada.
Change your visión, Improye your life
No solo es causa de desequilibrio interior o de estrés un gran susto. El desgaste diario y continuado de mantener una postura física o mental, también supone una fuente de tensión añadida. Como puede ser una postura política, ética o religiosa minoritaria, en una sociedad mayoritariamente opuesta.

En todos estos casos, para relajar y soltar tensiones, se hace imprescindible el aislamiento y el silencio físico y mental. Y para ello la persona debe de aprender a soltar sus actitudes y sus posturas ante la vida. Debe de aprender a desprenderse de su máscara social en la intimidad. Y no todo el mundo sabe hacerlo. El rol social que nos impone nuestra mente nos condiciona hasta límites insospechados y puede privarnos, en la intimidad, de la paz necesaria para recuperar nuestro equilibrio interior. El hecho de tener una imagen en el exterior nos obliga a mantener unos estereotipos que limitan y coartan nuestra libertad interior.
Conseguir aunar y respetar nuestros ritmos internos y externos para que las diferentes tensiones impuestas por nuestra actividad social no deterioren nuestra salud, hasta límites irrecuperables. Es un reto que todo ser humano vive hoy en las ciudades industriales y en los puntos de encuentro social y político. Los horarios, los roles impuestos y la cultura postmoderna han arrinconado nuestros instintos naturales haciendo que se pertrechen de tabúes y registros escatológicos. La comida, la bebida, el descanso y el sueño pasando por el sexo, se convierten en sustitutos. En vías de escape para mitigar y superar tensiones añadidas, alejándose de su finalidad natural, la asimilación y eliminación de la vida diaria.
Orden y Caos
La creación y la destrucción, el orden y el caos. Todos estos conceptos muestran la dualidad diaria en la que nos movemos:
- Cada vez que ingerimos, que escuchamos, que somos observados, nos destruimos. Rompemos barreras y límites.
- Cada vez que eliminamos, que hablamos o que observamos, construimos. Ponemos barreras y límites.
«Amazonas» va de cómo los humanos adquirimos la conciencia de género y de cómo superar los problemas que la diferenciación genérica ha generado en las personas. Para la mejor integración de este curso es recomendable descargar en primer lugar «Ser Mujer» y «Ser Pareja Hoy».