Renovación. Con o sin hijos. Mundo Interno 4 amazonas

Renovación. Con o sin hijos. Mundo Interno 4

¿Con o sin hijos?  Miro a mí alrededor y uno de los temas recurrentes del mundo civilizado es el envejecimiento de la población y la pérdida de funciones que esto supone. Algunos países, alarmados, priman a sus parejas para que su índice de natalidad aumente. Esto nos lleva al tema de la familia y al tema de la elección de una pareja adecuada, no para convivir, sino para reproducirnos.

Evolucionar con o sin hijos

¿Por qué esa diferenciación? ¿Qué ha sucedido en la evolución humana para que una gran parte de sus miembros, y cada vez durante periodos más largos de tiempo, se planteen la convivencia sin hijos?

Desde un punto de vista biológico este hecho es algo completamente antinatural. En la naturaleza, la convivencia como pareja viene determinada siempre con fines reproductivos y la duración de estos emparejamientos depende de la complejidad en el desarrollo de las crías. A mayor complejidad, más largo el tiempo de emparejamiento donde macho y hembra permanecen juntos el tiempo necesario para que la cría salga adelante. Después del tiempo de cría, salvo casos concretos de especies que se unen para toda la vida, hay cambio de pareja con cada camada o nueva generación.

Regular el ecosistema

En la naturaleza todo está determinado por las necesidades evolutivas y medioambientales. El cambio de pareja en cada generación posibilita en la especie una mayor renovación y mejora genética pues, en la naturaleza, se aparean los machos más fuertes y potentes de cada grupo. La estabilidad de una pareja en la naturaleza se debe, probablemente, a que como especie han alcanzado su techo genético-evolutivo. No es una cuestión romántica o de fidelidad. Es un imperativo social del medio en el que se desenvuelven.

Para los humanos, esta ley sigue vigente: cambias de pareja cuando deseas evolucionar y tu pareja no. Si ambos miembros avanzan al mismo ritmo, la pareja permanece estable.

La elección y duración de una pareja para formar una familia, (para criar) no puede ser inducida por ninguna ley externa a la propia pareja. Es un contrato privado entre dos miembros de la especie regulado en función de las características que tenga cada pareja en cuestión. Este contrato es interno y su regulación se produce de forma inconsciente. Es la naturaleza, a través de la relación hembra-cría, la que regula el acercamiento o alejamiento del macho de manera natural. Si se va, es que la hembra no lo necesita. Si se queda, es para ayudar.

No es lo mismo ser pareja que matrimonio

El matrimonio civil o religioso es un contrato social externo. Hizo su aparición como instrumento regulador político y socioeconómico. Los primeros matrimonios no tuvieron como origen el amor romántico o la atracción sexual. Fueron originados por el interés o conveniencia de determinados grupos sociales que sellaban sus alianzas a través de sus herederos. Desde que el ser humano tuvo conciencia de «patrimonio», de un techo o tierras que heredar, buscó la manera de poseerlo, gobernarlo y aumentarlo. Con el paso de los años, utilizó a sus hijos como herederos y a sus hijas como moneda de cambio. Así se perpetuaba el apellido y la estabilidad de la familia. Las hembras eran elegidas por razones obvias ya que, en aquellos tiempos, la maternidad era un valor de producción en alza.

Heredarás la tierra

En las clases bajas sucedía lo mismo. Los pobres estaban ligados a un amo, bien como esclavos o como obreros, por lo tanto, sujetos a un techo que les impedía evolucionar. Los hijos eran una propiedad común y pertenecían al amo. Las mujeres eran las únicas responsables de sacar a sus hijos adelante, a más hijos, más bocas que alimentar, pues el techo y el sueldo eran los mismos. Así sucedió y así fue para el hombre durante generaciones y generaciones de evolución histórica.

Curioso ¿no? Se llamó matrimonio a la perpetuación de un patrimonio.

En las sociedades tribales, aparentemente libres, los emparejamientos estaban sujetos a determinados rituales y debían de satisfacer a sus dioses, jefes o hechiceros con el fin de mantener su ecosistema en orden. Las parejas debían de estar equilibradas, pertenecer al mismo linaje, nivel o tribu y la dote que se exigía tenía como misión asegurar el nivel socioeconómico de los contrayentes. De todos era sabido que las uniones desiguales traían el empobrecimiento o la mala suerte a la familia o clan que los consentía. La belleza de la novia o novio no era tenida en cuenta, pero el no tener hijos o dote era considerado motivo de repudio. Desde pequeños eran educados así y no suponía ningún trauma.

Amor platónico

El amor romántico o enamoramiento, entendido como la necesidad concreta de una persona determinada para ser feliz, era considerado una enfermedad que había que evitar a toda costa; cuando sucedía, procuraban ocultarlo y separar a los enamorados durante un tiempo, como si de un virus se tratara. Era la medida más eficaz para preservar el orden.

En la actualidad, se exalta el amor romántico vistiéndolo de una sexualidad casi lujuriosa. En realidad, el amor romántico es una necesidad de la mente y antes se le solía llamar platónico. Cuando es auténtico, basta con mirar a los ojos de la persona amada para ser feliz. De este amor platónico deberíamos de estar vacunados antes de llegar al matrimonio.

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¿Qué está fallando?

La televisión, fiel reflejo de la problemática social, ofrece series, programas y concursos, buscando solucionar el tema de la convivencia en pareja o grupo familiar y basta echar una mirada para darse cuenta de que algo pasa: todo son dramas amargos como contraste a comedias sosas y bobaliconas. Miniseries ácidas, cada vez más ácidas, y momentos picantes, en determinadas franjas horarias que, de vez en cuando, se descuelgan de improviso y te hacen arder la mirada. Nos queda la violencia, la extrema violencia, real o ficticia, que lo embarga todo como si de un plato con exceso de sal se tratara. Estos son los gustos de la masa y es lo que reflejan las audiencias. Este es el menú de cada día en el que se proyectan necesidades y deseos internos.

QUEMAR ETAPAS

Hace un tiempo, un escritor hablaba en televisión de contaminación mental. Lo cierto es que tenemos la mente llena de residuos históricos, fruto de las distintas etapas que el hombre ha vivido hasta llegar aquí y, sobre todo, por la rapidez con que se han desarrollado las últimas etapas. Cualquier etapa que no se quema en su momento, resulta tóxica para el alma. Quemar una etapa significa haberla resuelto sin problemas, comprendiendo e integrando su significado individual y globalmente.

Esto nos lleva de nuevo al tema de la educación y de la enseñanza obligatoria.
Entendemos por enseñanza obligatoria aquella que el individuo necesita recibir hasta asimilar el tiempo cultural, histórico y social transcurrido hasta el momento de su nacimiento.

Madurar antes de emparejarse

Hablo del tiempo que permanecemos sumidos en el pasado, buceando en nuestras raíces colectivas, integrando todos los sucesos que nos han traído hasta aquí. Aquellos que han formado nuestra cultura, nuestra sociedad y la de nuestros vecinos. El conocimiento profundo, la comprensión e integración de estos valores, hace de nuestro pasado un bien común, un tesoro a descubrir y proteger. Su manejo consciente es la clave que nos permite, a modo de jeroglífico, comprender la raíz de todos los problemas que sacuden los cimientos de nuestra sociedad.

Todo ese conocimiento debería de adquirirse antes de ingresar en el instituto, en unas edades en las que todavía estamos lejos de buscar la independencia o de emparejarnos establemente. Al terminar la enseñanza secundaria obligatoria, un joven adolescente, debería tener la madurez evolutiva, la capacidad de expresar y de comprender todo lo ocurrido en el mundo en el que vive. Difícil tarea, sobre todo los últimos cien años, en los que los cambios socio políticos y económicos han ido tan rápidos que aún no han sido integrados por el grueso de la sociedad.

Si la propia sociedad y con ella los valores familiares están inmersos en el caos ¿cómo van a integrar los más jóvenes?

Familia y estabilidad emocional

La estabilidad emocional necesaria para que un joven pueda asimilar todo lo que le rodea, mucho más si es el pasado histórico, depende en gran parte del núcleo familiar en el que se desenvuelve. Hoy día se requiere una gran estabilidad emocional para equilibrar el gran esfuerzo que nuestros estudiantes tienen que realizar cada día. El trabajo mental, requiere centramiento y equilibrio emocional o afectivo.

Un ambiente estable en el lugar que se realice: habitación, colegio y profesores, garantiza el centramiento. Pero el equilibrio emocional depende, en gran medida, de la alimentación y los ritmos afectivos familiares.
Queda claro que una deficiente nutrición puede alterar los niveles de glucosa en sangre, así como determinadas funciones bioquímicas necesarias para el buen funcionamiento del cerebro, del organismo humano en su conjunto. No olvidemos que el cerebro está unido a un cuerpo, pero, una vez aclarado esto, pasemos a analizar, en la siguiente lección, los ritmos afectivos familiares necesarios para conseguir estabilidad emocional.

mano con pulgar hacia arriba

«Amazonas» va de cómo los humanos adquirimos la conciencia de género y de cómo superar los problemas que la diferenciación genérica ha generado en las personas. Para su mejor integración es recomendable descargar en primer lugar «Ser Mujer» y «Ser Pareja Hoy».

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