Hola Mujer consciente… ¿Qué relación mantienes con tu cuarto de baño?
La báscula, el espejo, la bañera y el armario del baño puede mantenerte ocupad@ durante horas. Y tanto si te sientes gord@ o delgad@, joven o viej@, guap@ o fe@, san@ o achacos@… El cuarto de baño es donde empiezas el día y el último lugar que visitas antes de acostarte. Es donde te enfrentas a tu imagen, en el espejo y en tu mente, al menos dos veces al día.
Tú belleza emana del interior, cuando te sientes a gusto en tu piel
Por cierto ¿Qué haces mientras te cepillas los dientes cada día?
Al final de la jornada, mientras te cepillas los dientes y te lavas la cara antes de acostarte ¿Qué es lo que piensas? A menudo, la respuesta no es positiva que digamos.
¿Por qué no aplicas atención plena al lavado de dientes y lo transformas en un momento de placer?
Uno de los mejores ejercicios de mindfulness (atención plena) que puedes practicar cada día, es SENTIR el roce del cepillo en tus dientes. DISFRUTAR de las sensaciones de todos los músculos y órganos implicados en este sencillo proceso. En mi caso, hay veces que siento como mi ser físico, vibra y se estremece de placer por el simple hecho de estar ahí, PRESENTE. Como si fuera un animalillo ocupándose de sus quehaceres corporales…
Ejercicio
Haz memoria y recuerda imágenes de tu infancia asociadas al uso del cuarto de baño. Piensa qué miembros de tu familia aparecen en dichas imágenes. Redacta con mimo todo lo que puedas recordar de los cuartos de baños que has tenido o usado en tu vida. Trae a tu mente tanto los recuerdos positivos como negativos.
- Después piensa en dicho espacio en tu momento ACTUAL, en tu hogar, junto a tu familia. ¿Va todo rodado o surgen situaciones conflictivas en el día a día? Empieza a observar cómo evolucionan una vez liberes las memorias de tu infancia, previas a tu AHORA.
Lo que te refleja el espejo es útil pero no dejes que se convierta en tu realidad.
Señales y sincronías en el hogar
Al igual que un síntoma o molestia físico viene a ofrecer una solución a una necesidad inconsciente no satisfecha. El síntoma de “tu casa”, cualquier avería o molestia, viene a lo mismo: a cubrir una necesidad, o poner de manifiesto un conflicto inconsciente, no satisfecho.
- De esta forma, tus objetos te van a dar pistas de algo que no estás “viendo” a nivel inconsciente. Si logras integrar dicha información te adelantaras a una sintomatología corporal. Aunque quizás, debas de reparar el aviso o síntoma de tu hogar.
- En el caso de una reforma o compra por renovación, estamos hablando de una regeneración o superación de una etapa personal o familiar. Aunque esta relación causa-efecto solo se aplica en aquellas personas y hogares que toman conciencia de este reflejo holográfico.
Toma de conciencia
«Hasta que no hagas consciente a tu inconsciente, va a dirigir tu vida y lo llamarás destino.» Carl Gustav Jung
Evolución histórica de los espacios de baño en la vivienda
El siguiente texto forma parte de un artículo de Albert Soriano Rull, técnico en instalaciones hidrosanitarias/Jefe de Estudios de la Escuela Gremial de Instaladores de Barcelona y co-autor del libro ‘Historia reciente del cuarto de baño. Al final puedes ver el enlace que te llevará al artículo completo que es muy interesante.
“Con motivo de la publicación y presentación del libro ‘Historia reciente del Cuarto de Baño’, de los autores Albert Soriano y Francesc Barca. Publicado por Editorial Marcombo. Que cuenta además con la colaboración de la empresa Roca, recuperamos este artículo, en el que se sintetizan gran parte de los contenidos de una interesante y rigurosa obra que nos explica la evolución de los cuartos de baño y aseo. Así como de sus aparatos sanitarios y griferías, a lo largo de los dos últimos siglos y medio (S.XIX a XXI).
El hombre, en su búsqueda por la mejora de la higiene personal. El puro desahogo biológico y el confort sensorial y social, como base de su bienestar, ha desarrollado a lo largo de la historia diversos ‘artefactos’ y aparatos incorporados a las estancias de baño, que han conseguido consolidarse como uno de los espacios más cuidados de la vivienda doméstica actual.
El noble arte del aseo y la higiene personal
Salvo puntuales excepciones, en la Grecia Clásica y la Antigua Roma el baño constituía un acto público y social, en el que se ofrecía un verdadero culto al cuerpo. Y se practicaban la conversación y la cultura, según los diferentes estratos sociales y políticos. En esta etapa, se distinguían básicamente tres modalidades de baño: ‘Frigidarium’ (baño frio), ‘Tepiraium’ (baño tibio) y ‘Caldarium’ (baño caliente o de vapor). También los árabes ejercitaron y difundieron (en ocasiones como rito purificador) el baño común y colectivo.
Al entrar en la llamada Edad Media,
dichas prácticas fueron mermadas hasta quedar reducidas a una práctica aislada en monasterios, palacetes y otros reductos no atractivos a una sociedad menos cohesionada social y culturalmente que las anteriores. Distinguiéndose durante siglos el espacio reservado al imprescindible desahogo de las necesidades biológicas (defecaciones y orines). Al de las áreas destinadas a la práctica del baño y el aseo corporal, habitualmente en esta época, mediante lavado por ablución. (baño parcial de ciertas partes del cuerpo por derrame directo de agua o por inmersión en cubas de madera de pequeñas dimensiones).
llega la oscuridad asociada a la falta de higiene física y emocional
La destrucción de las infraestructuras romanas, debido a la invasión bárbara, unido a la progresiva desintegración de los baños públicos y privados, junto al deshabito propio de la época, condujeron a un desdén por lo higiénico (influencias culturales, religiosas y sociales), que derivó a lo largo de los siglos posteriores en masivas infecciones y epidemias (cólera, peste bubónica, etc).
A lo largo del siglo XV y XVI
desaparecen gran parte de las letrinas públicas y muchas de las privadas, afianzándose el hábito de vaciar bacines en ríos y arroyos, así como arrojar en ciudades y núcleos habitados el contenido de estos sobre los viales públicos, al grito de: ‘¡Agua va!’. Cuentan que personalidades de renombre histórico, como Isabel de Castilla, tan sólo se lavaron dos veces en su vida. Bajo la común creencia de que al lavarse se abrían los poros de la piel y a través de estos, penetraban en el organismo infecciones y miasmas diversos. De algún modo, la incorporación de la ropa interior y el uso de perfumes y colonias provocó que las gentes de la época encontraran más fácil la muda de camisones y otras indumentarias de contacto íntimo, que el propio acto de lavarse. Así en la Ilustración fue muy frecuente entre nobles y cortesanos ocultar el hedor del cuerpo con múltiples capas de talco y perfumes diversos.
Los primeros ‘espacios de baño’ en la vivienda. Siglos XVIII y XIX
Durante años existió la costumbre de tener en las habitaciones y cámaras privadas de las viviendas, el clásico bacín para efectuar micciones y deposiciones. O el conjunto de jofaina (palangana) y jarra, habitualmente situados sobre algún mueble tocador o aguamanil para las operaciones de aseo y lavado de manos y cara. El baño se practicó en los hogares más modestos, de modo parcial, habitualmente mediante elementos portátiles, a modo de barreños, que no tenían en muchas ocasiones un lugar fijo en la vivienda. Esto no evitó, sin embargo, que el ingenio de algunos estudiosos de las necesidades más mundanas, inventaran artefactos que fueron predecesores de algunos de los actuales aparatos sanitarios domésticos.
Inodoro de válvula Óptimus de Stevens Hellyer – 1870 (izq.) / “El barreño” Pintura al oleo de Edgar Degàs – 1888 (centro) / Aguamanil con bacín (abajo) y conjunto de jofaina (arriba) – finales S.XIX
En el siguiente apartado veremos la evolución de este proceso y sus condicionantes, que derivaron en el afianzamiento del cuarto de baño en la vivienda, tal y como lo conocemos hoy en día.
Consolidación del cuarto de baño doméstico. Siglos XIX y XX
La materialización del cuarto de baño en la vivienda desde finales del siglo XIX en adelante, fue lenta pero paulatina, en parte como solución a la preocupación por los frecuentes brotes de enfermedades e infecciones de importantes núcleos de población y también, como fruto de la incipiente industrialización y ‘modernización’ de una sociedad cambiante. La idea de que las enfermedades se transmitían a través de los gérmenes, los cuales estaban relacionados con la suciedad corporal se promovió desde todos los ámbitos sociales y gubernamentales (entre otros con prestigiosos estudios científicos como los de Pasteur y Lister; 1860-1870).
La reserva de un espacio dedicado al aseo, el baño y la pura evacuación de los fluidos corporales, se desarrolló a finales del S.XIX principalmente en viviendas burguesas y ambientes económicamente acomodados, inicialmente en Inglaterra y Estados Unidos, mediante el diseño de espaciosas salas que exhibían con gran parafernalia, recargados muebles de madera tallada, que revestían a cada uno de los aparatos sanitarios, en el interior de espacios ornamentados con todo lujo de detalles (suelos de mármol, orfebrería diversa, cortinas de terciopelo, azulejos de artesanía y obras de arte, como pinturas y esculturas)
Ilustración de un cuarto de baño burgués y modelo de bañera-ducha en la segunda mitad del siglo XIX.
Aseo por un lado e inodoro por el otro
La reunión de todos los aparatos en un mismo espacio se resistía, siendo muy común el reservar un espacio para el aseo y el baño por un lado (con la bañera y/o ducha, lavabo y bidé) y el espacio, a modo de pequeño cuarto independiente, para la ubicación del retrete o inodoro, por otro. La rápida evolución del diseño y la arquitectura libre de condicionantes históricos y culturales de las nuevas sociedades bien estantes americanas fue dando paso a la popularización de cuartos de baño sencillos en todas las viviendas, con la reunión de todos los aparatos sanitarios (incluido el inodoro) en un mismo espacio, reducido pero suficiente, y sobre todo, accesible a la gran mayoría de clases sociales norte-americanas, extendiéndose y afianzándose más tarde este concepto, a la arquitectura doméstica de ‘la vieja Europa’.
Las diferentes corrientes higienistas, unidas al proceso de progresiva industrialización, dieron lugar a principios del siglo XX a la mejora de las infraestructuras de saneamiento y al desarrollo de numerosas redes de distribución de agua potable a nivel urbano, que unido al perfeccionamiento técnico y afianzamiento de pequeños calentadores domésticos de agua, facilitaron en gran medida, la implantación definitiva del cuarto de baño doméstico, como lo conocemos hoy en día. A ello, contribuyeron también los efectos de la primera guerra mundial (1914-1918) que permitió la producción en serie (procedentes de Estados Unidos) de multitud de aparatos de porcelana vitrificada para uso saniitario, que se precisaron en la reconstrucción de miles de edificios afectados por los bombardeos del conflicto internacional, así como la progresiva implantación de la electricidad y la luz eléctrica en las viviendas.
Figura 5.- Publicidad comercial de la empresa alemana Vaillant (1908-1909).